El pregonero de las Glorias 2018, Juan Manuel Labrador Jiménez, incluyó en su pregón de las Glorias el siguiente pasaje dedicado a la Divina Pastora de San Antonio:
Y por Hernán Cortés viene pastoreando Aquella que es considerada la fuente de agua que corre hasta la vida eterna y de cuya plenitud se enriquecen sus ovejas, atravesando de un lado a otro esa iglesia a la que se adosa una basílica en la que la Divina Pastora se encontrará con el Hijo del hombre…
Sevilla se hace pradera
cuando sale a nuestro encuentro
la Madre del Buen Pastor
con su ondulado cabello,
la misma que se reviste
con un bucólico atuendo
mientras siente a sus espaldas
el tenue soplo del viento
que musita en sus oídos
los piropos más sinceros
que brotan con certitud
desde el hondo sentimiento
que profesa todo un barrio
al ofrecerle sus rezos
a esa Mujer que domina
el propio paso del tiempo.
Después de pisar el atrio
del franciscano convento
de San Antonio de Padua,
con sus brazos siempre abiertos
sale a la calle la Virgen
gracias al notable esfuerzo
de quienes hoy la veneran
y se sienten pastoreños
cuando miran a esos ojos
insondables como el cielo,
pues supo Montes de Oca
reflejar todo el consuelo
en la mirada infinita
donde habitan los recuerdos
que dan sentido a la historia
de un amor que se hace eterno.
Sentada bajo las ramas
de un álamo corpulento
y con su cara inclinada
para mirar al cordero
que le acompaña a su vera,
María siente en silencio
la emoción por contemplar
el semblante verdadero
de ese Dios que es sevillano
y que a los males da arreglo,
pues al cruzar la parroquia
donde ambos coincidieron,
con el paso de los años
se renueva el dulce sueño
de Diego José de Cádiz,
ese fraile prisionero
de aquellas dos devociones
que reviven su reencuentro
cada vez que avanza mayo
y una Madre con sombrero
va buscando el Gran Poder
de ese Hijo Nazareno
al que halla la Pastora
cuando vuelve a San Lorenzo.